“Los cuentos de Sub terra tuvieron una repercusión insólita en nuestro ambiente literario y más allá aún, en nuestras nacientes organizaciones obreras. Esas historias estaban escritas para que todos las entendieran a la primera lectura, sin complicaciones de estilo, ciertamente, pero con una firme economía de lenguaje y una sólida trabazón en la secuencia dramática del asunto. Podría definirse cada relato de Baldomero Lillo como una máquina en movimiento que marcha a sacudidas pero sin posible interrupción, hacia un final catastrófico.”