Es todavía capaz el hombre moderno de tener una experiencia o debe ya considerarse la destrucción de la experiencia como un hecho consumado? A partir de este interrogante se inicia el ensayo que le da título a este volumen y que propone una nueva manera de pensar el problema de la experiencia, abordando motivos aparentemente distantes: la soterrada solidaridad entre racionalismo e irracionalismo en nuestra cultura y el deslizamiento por el cual la fantasía pasó de la esfera del conocimiento al plano de la irrealidad; la escisión entre deseo y necesidad y la aparición del concepto de inconsciente; el rechazo de las razones de la experiencia por parte de los movimientos juveniles y el desplazamiento de la aventura desde lo cotidiano hacia lo extraordinario; el surgimiento del Yo y la reivindicación de lo inefable en la poesía moderna. Finalmente, todos estos motivos convergen en una teoría de la infancia donde encuentran una nueva formulación algunos de los temas cruciales del pensamiento contemporáneo, como la oposición antropológica entre naturaleza y cultura, y la distinción lingüística entre lengua y habla. Desde esta perspectiva, el hombre ya no se muestra, según la tradición metafísica, como el “animal que posee el lenguaje”, sino como el animal que está privado de él y que por lo tanto debe recibirlo desde el exterior. En torno a este núcleo central giran otros cinco ensayos ligados por una misma preocupación crítica: el análisis del juego como paradigma para una definición de la historia en términos antropológicos; la crítica de la dialéctica y la relación entre estructura y superestructura en la correspondencia de Benjamín con Adorno; la concepción del tiempo en la cultura occidental; las relaciones entre la fábula y la historia; y por último, un programa ideal para una revista que esboza un inventario de las tareas culturales para las próximas generaciones.