“Enrique Lihn representó el encuentro con una historia del arte local que solo podía conocerse en la modalidad del discurso de la crítica. Si bien la escritura de este poeta se mantuvo siempre cerca de las imágenes del arte universal y europeo, su escritura crítica se dirigió a la visualidad local, porque era en este suelo –en esta tierra sin suelo, como escribió en uno de sus ensayos– donde quería provocar un diálogo y discutir con otras esferas de la producción estética y cultural no a través de un discurso cargado de criterios de juicio preexistentes, sino a través de un juego de posicionamientos, emplazamientos y entrelazamientos a ratos cómplices, en el que maduraron las ideas y experiencias que sustentaron también su obra poética”.
Ana María Risco persigue en este libro esos juegos cómplices entre la escritura crítica de Enrique Lihn y las obras de artistas visuales que fueron contemporáneos a él, con quienes sostuvo un dialogo, a veces una amistad, sobre todo un intercambio de luces y sensibilidades que acortaron la distancia entre las artes y alumbraron, desde aristas renovadas, la situación de su tiempo y de su lengua.