Rivera Garza elabora su trabajo escritural de la siguiente manera, según sus propias palabras: “Quiero seguir rodeada de ese tipo de lectores que buscan libros que se la juegan, de escritores que nos portamos mal, que le entramos al toro por los cuernos”. La poesía de Cristina Rivera Garza nos atrapa desde la primera lectura, en un universo de espacios e imágenes táctiles, emotivas, dolientes, violentas, crudas, que nos recorren la espina dorsal como una daga que deja la fractura exacta para reflexionar sobre el desgarro, la intensidad de la vida y de la literatura.