César Soto es un actor particularmente misterioso de esa selecta, avasalladora e inagrupable horda de la neovanguardia chilena.
Publicados
tardío, ejerció el oficio poético durante la dictadura principalmente
como editor -de José Ángel Cuevas, de Pablo de Rokha, de Óscar Hahn, de
Nicanor Parra. En 1995 da a conocer su obra Consumatum est y desde
entonces, enumerando lo absolutamente nomenclaturas, y en una parodia
velocísima de cada discurso, ha logrado avanzar en la resistida tarea de
clausurar el siglo XX, y se ha convertido en un explorador minucioso de
las fatalidades y posibilidades del último sapiens.