Andrés Anwandter ahonda en una poética donde lo dicho es tan importante como el ritmo, la insistencia, el sonido. El lenguaje en primer plano: un mismo número de versos se detiene una y otra vez, sin énfasis, a llamar la atención sobre lo que parece estar de más, lo que sobra, lo que huelga decir: «creer que la ciencia / así en general / no supone // creencia alguna / a la base // es un dogma científico». Sin eludir las más variadas preocupaciones contemporáneas (entre ellas el impacto social de los medios, la violencia estatal, las crisis ambientales), el sujeto de estos versos crea memoria, cuestiona y se cuestiona: «cada cual construye / su propia cámara / de eco // economía / ecología ecografía // cada cual halla su hueco».