Esta selección de Fábulas de La Fontaine que, en una versión libre, nos entrega Angélica Edwards, nos la ofrece como una invitación a volver a los clásicos para retomar la conversación sobre lo humano. Conversación siempre necesaria, pero tal vez hoy más que nunca, cuando el tiempo se nos presenta como la negación del ocio, lo que ha extraviado para muchos la posibilidad de “estar” consigo mismo y con los otros, conocer, escuchar, empatizar, compartir.
Normalmente se cree que las fábulas están destinadas a niños y niñas, al ser estos textos breves y sencillos, cuya “utilidad” es la “enseñanza moral o valórica” que los más pequeños necesitan conocer. Sin embargo, Angélica advierte de entrada que se trata de Fábulas para niños y adultos, y esto porque, precisamente, es su sencillez la que invita y abre el texto para todo público, muchas veces con temas nada de sencillos, y en la mayoría de los casos, temas que interpelan directamente a los adultos y sus conductas.
Ya Hesíodo, poeta de la Antigua Grecia, advertía en la primera fábula que llegó hasta nuestros días: Ahora diré una fábula a los reyes, aunque sean sabios.
“Aunque sean sabios”, siempre existe la posibilidad de mirar(nos) a través de distintos espejos, y de conversar, reflexionar individual y colectivamente sobre nuestra sencilla complejidad humana.