¿Se aprende de la gente? Si. ¿Se aprende de uno mismo? También. ¿Se va uno haciendo mejor? Supongo. ¿Devolvería lo aprendido con tal de que esto no hubiese sucedido nunca? Evidente. Nunca estaré agradecido de nada que haya aprendido de esto, porque por asociación directa estaría encontrándole el lado bueno del cáncer de J; y saben qué...«El dolor es cosa seria. También el humor. El tránsito entre uno y otro es lo que el autor ha elegido para soportar el espanto en un relato profundo, inteligente y conmovedor. Ante el desconsuelo, las palabras son engañosas: a vece sanan, a veces faltan. Andrés Valdivia ha logrado un acuerdo vivo con ellas» (Marcela Serrano).«Valdivia es brutal en su manera de narrar el miedo, el terror y la rabia. Con ironía y sin concesiones, observa el quiebre de la intimidad, el sinsentido de la agonía en la infancia, la ausencia de espacios de soledad en los lugares donde la muerte ronda cotidianamente» (Matías Celedón).