Su obra poética la conforman poemas, no libros. A través de la madurez de la imagen su obra ha venido bifurcándose por varios ríos silábicos, pero siempre volviendo a su cauce original. Este retorno hacia la frescura y la complejidad de la imagen es la señal precisa de una poesía saludable y renovada. Es decir, la búsqueda de la imagen primigenia, el retorno hacia esa limpieza compleja del primer espejo de la infancia y de las primeras visiones comprueban su originalidad: “Está mi infancia en esta costa, / bajo el cielo tan alto”. Desde esta planicie el agua va a estar retornando a sus poemas constantemente. El agua vuelve, porque el agua es “inundación” y la sal es “llaga”.
En circunstancias el agua llega a ser un elemento legible, y hasta su aparente transparencia se puede leer como un texto: “otras veces es agua/delgada o gruesa/ilegible”. O en otras ocasiones la fluidez es transformativa: “Como las líneas de tu mano/por donde corren ríos inmemoriales…”.