En sus crónicas, mucho más que el paisaje o la historia, lo que se registra es el habla. Estos viajes, en general cercanos, son una búsqueda de formas de decir. El trabajo de Hebe Uhart como recolectora de giros y de formas es feliz e importante, porque no es una coleccionista de curiosidades la que escucha, sino una escritora. Su fascinación por el lenguaje no se limita al hablado: recorre las ciudades y los pueblos tomando nota de los nombres de los comercios, los anuncios y los grafitis, una rutina que se repite en casi todos los textos. También se preocupa por las formas de la oralidad cercanas a la literatura, como los refranes. Como viajera y como cronista, Hebe Uhart tiene sus rutinas. Al hotel lo considera su refugio. El café es el otro sitio infaltable, que busca con desesperación. Si no lo encuentra fácilmente se conforma con un parador de ruta, siempre que pueda encender un cigarrillo, hojear el diario, observar a los parroquianos y a los que pasan caminando, del otro lado del vidrio o cerca de su mesa. Es furtiva, además: se queda poco tiempo, necesita absorber mucho, aprovechar al máximo. Sin embargo, no hay urgencia en sus crónicas. La relación con el lugar que visita y su gente es leve: sabe que su presencia es una curiosidad, pero se cuida bien de no ser una intrusa.Siempre que puede visita una casa particular, una escuela, la biblioteca; habla con artistas e historiadores locales y busca libros que la ayuden a comprender el lugar. La lista de autores citados y mencionados sería interminable; es, también, extrema- damente ecléctica. Su modelo como entrevistadora puede resumirse en una pregunta que hace en Conchillas, Uruguay: “Señora, ¿dónde puedo encontrar a un vecino de mucha edad, pero que esté bien de la cabeza para que me cuente un poco la historia del lugar?”. Hebe Uhart es voraz pero ofrece toda esta información con gran amabilidad, porque no quiere abrumar a los lectores sino compartir con ellos aquello que, de tan cercano, quizá nunca les haya llamado la atención. En los últimos años de su vida, Hebe Uhart leía tanta ficción como no ficción pero, solía decir, prefería escribir crónica porque sentía que lo que estaba en el mundo era mucho más interesante que su experiencia o su imaginación. Es un gesto político: el de ir hacia afuera, al encuentro de los otros. La posición política de estas crónicas es clara: el anclaje latinoamericano, el rescate de los relatos ignorados o despreciados –la historia local, los saberes cotidianos, las formas de decir– y, principalmente, uno de sus sujetos predilectos: los pueblos originarios del continente. Las crónicas de `Animales´ son las últimas publicadas por Hebe Uhart en un libro.Además, en esta edición de sus Crónicas completas se incluyen varias inéditas.