Ante los recurrentes debates sobre aborto y eutanasia, cabe preguntarse qué vida deseamos vivir, qué vida deseamos construir. Es así que, al intentar responder a tales interrogantes, tanto aborto como eutanasia demandan necesariamente como respuesta “una vida vivible”. Por una parte, una vida vivible para las mujeres que atraviesan por gestaciones no deseadas y, por otro lado, personas que se dan cuenta que sus vidas no son vivibles, porque no son dignas de ser vividas, y a quienes, dependiendo de los contextos sociales, se les da o no legitimidad y posibilidad para poner fin a sus existencias.
Ambos fenómenos plantean cierres y/o aperturas respecto a la autodeterminación que tienen los/as sujetos/as sobre sus cuerpos y, en ese sentido, a qué vida remiten. Por una parte, el aborto plantea, entre alguno de sus argumentos, el derecho de las mujeres sobre sus cuerpos, mientras que la eutanasia establece el derecho de la persona usuaria del sistema de salud a decidir sobre la continuidad o finalización de su vida.
Así, este trabajo se centra en el discurso experto, para constar que más que discursos científicos constituyen discursos morales y políticos que configuran un saber/poder que permea las prácticas y las relaciones sanitarias, en torno a las cuestiones de autonomía, derechos, cuidados y dignidad bajo dichos contextos.