En las bellas páginas de este ensayo asistimos, a través de la vida y obra de un puñado de genios, a un redescubrimiento del Renacimiento, esa época en que lo dionisíaco y lo apolíneo hallaron una perfecta armonía. Para el decadentismo la vida debe ser una sucesión de «elevadas pasiones», es decir, un intento de experimentar todo momento de revelación y comprensión de lo exquisito. Cualquier preocupación social o moral se desvanece ante esta nueva luz: la vida encierra en sí ocasiones de intensidad física; reunirlas en el mayor número posible, saborearlas todas en su fuerza suprema, de suerte que la llama de la conciencia arda con todo su fuego, tal es el secreto de una existencia consciente y que se conduce por sí misma.