Alrededor de tres años debimos esperar para tener entre nuestras manos este nuevo número de Provinciana. ¿Por qué la demora? Entre todas las explicaciones y excusas posibles, es destacable una reflexión: la demora de la provincia se contrapone al apuro citadino, así como el ocio se distancia de la afanosa ocupación. Cuando logramos dejar de lado la rutina y el ruido, ¿cuál es la vida que entonces nos alcanza? ¿No es, acaso, una provincia que ya está aquí, en el lugar mismo en que el cielo y la tierra se entrelazan?
Más que una región geográfica determinada, la provincia es un modo de habitar: ocio y oficio para hacer del tiempo y del espacio algo propiamente nuestro. La provincia es un arte de vivir.
A lo largo de estas páginas, el lector encontrará nociones que funcionan como claves para «entrar» y «permanecer» en esta provincia: geopoética, emboscadura, homeostasis, itrofil mogen, poética del acontecer, entre otras. Cada una de ellas implica una alineación entre el imaginario y el paisaje. El presente número de Provinciana ha sido compuesto en un estilo de mayor intensidad y hondura que el anterior. Como si avanzáramos tierra adentro, a través de forestas de textos que entrecruzan sus ramas y raíces; o a lo largo de extensos despoblados que no son «páginas vacías», sino soportes de un florecimiento secreto. El lector podrá recorrer los caminos de estos renglones rectos, curvos o entrecortados. Más que cemento, hallará senderos polvorientos, embarrados, cubiertos de vegetación o limpios por la sequía; y divisará imágenes reveladoras: formas en las nubes, dibujos grabados en las rocas de los cerros, distantes espejismos o enigmáticas apariciones que aguardan a la vuelta de cualquier página.