Viaje estelar y microscópico, meditación sobre los vivos y los muertos, Las vías del agua son conocidas –reunión de tres libros de Diego Alfaro Palma– habla de la continuidad orgánica, la conexión del mundo natural. El poeta chileno hace de la pregunta por lo que perdura, raíz de la poesía, un interrogante político y ecológico sobre cómo habitar. Vemos comunidades de plantas, bichos, animales y migraciones de residuos en Bolsas; el descenso a los muertos en Los sueños de Kurosawa, donde formas en estado de pasaje se asoman y nos hablan, como el gesto de un tío desde el más allá, los espíritus del bosque con sus máscaras de zorros y conejos, el propio cineasta vuelto mirlo y los abuelos transmigrados en luciérnagas. Bajé los escalones, llevaba conmigo palabras de los muertos que no pude traducir. Esta es la invocación de la poesía, un reconocimiento del otro y de sí mismo, un regreso habitado de voces. El inédito Facultad de Agronomía es esa vuelta, un esfuerzo de atención naturalista que se va concentrando en el paisaje hasta su dimensión molecular: un cambio sutil en la atmósfera, el ciclo del mar y las estrellas, el lenguaje de las algas. Se trata de las relaciones: el árbol y la entonación del cardenal, el grillo y el sueño de los mamíferos, las arañas y las nebulosas, el reggaetón y las abejas. Se trata, en resumen, de una fuerza lírica que nos propone una manera de pertenecer. Una casa es un lugar para proyectar un jardín y honrar a los muertos, dice el espíritu de la perra de Alfaro Palma, echada sobre el pasto. Los tres presentes libros son la casa. Daniel Lipara