Dentro de su ruta como profesora, Gabriela Mistral estuvo en la austral Magallanes, donde vivió entre agosto de 1918 y abril de 1920. Junto con ser enviada por el entonces Ministro de Justicia e Instrucción Pública del Gobierno de Juan Luis Sanfuentes, Pedro Aguirre Cerda, a dirigir el Liceo de Niñas de dicha ciudad, su misión se enmarcaba en la chilenización de dicho territorio aislado y distante, labor a la cual agregó algunas dimensiones más: “creó una biblioteca popular y fundó la primera escuela nocturna en provincias, haciendo hincapié en el desarrollo de las mujeres trabajadoras”, como recoge el texto “Gabriela Mistral en el país de los chilenos olvidados”, de Óscar Barrientos Bradasic. Junto a ello se propuso problematizar y aportar al quizás inexistente debate sobre el rol de la educación en la sociedad y la ciudadanía, como fuente de desarrollo: “El Chile de las industrias, como el Chile de la grandeza histórica, debe salir de los colegios”, señalaba Mistral en un texto recogido por Barrientos desde el diario El Magallanes, en 1918.
Es en ese periodo de tiempo que además de escribir su obra “Desolación”, Gabriela Mistral fue parte del equipo editorial de una pionera revista que llevó por nombre “Mireya”. En seis números, el descrito “mensuario de actualidades, sociología y arte”, y bajo la dirección del poeta Julio Munizaga, la revista recoge poemas, citas de grandes pensadores, contenidos editoriales y un particular diseño a cargo de la artista Laura Rodig, parte de la delegación con la que llegó Mistral a Punta Arenas.