Entre el sonado entierro del canario del señor Russomanno y el funeral de Nixon, el profesor Murray Ringold ha vivido los noventa años de su existencia. El escritor Nathan Zuckerman, uno de sus alumnos aventajados en la escuela de Newark, se lo encuentra poco antes de morir y, gracias a unas largas charlas que se prolongan durante seis noches, el escritor conocerá la verdadera personalidad del que fue su ídolo cuando era un adolescente: Iron Rinn -nombre artístico de Ira Ringold, locutor de radio, antes cavador de zanjas y en sus últimos días vendedor de minerales-, el hermano comunista de Murray que, gracias al libro que escribió su mujer, Eve Frame, una exquisita actriz del cine mudo, acabó en la lista negra de McCarthy. Pero Me casé con un comunista no es una crónica de la caza de brujas sino la denuncia del maccarthysmo como primera floración de posguerra de la irreflexión norteamericana que ahora se evidencia por todas partes, del maquiavelismo inherente a todos los que tienen sed de poder, de la deslealtad que, por escudarse en la patria, se convierte en un pecado menor.