La pérdida de lo conquistado por el pueblo mapuche durante el proceso de Reforma Agraria sucedió como en 1862,
cuando se conjugaron las condiciones para la invasión y ocupación por la fuerza del hasta entonces territorio mapuche autónomo. Aquel fue el Despojo en que el poder político y económico de la época utilizó al Ejército para sus mezquinos intereses, de la mano de una prensa estigmatizadora y alarmista. Los altisonantes discursos de los dirigentes políticos y de los empresarios de hace un siglo y medio, fueron los mismos de hace cincuenta años, y son los mismos de hoy.
Fueron también los mismos militares de ayer y de nuestros tiempos,
sirviendo intereses particulares y a los suyos propios, cargando
ávidamente en el despojo territorial mapuche, pues ‘algo les traería’.
Fue ese el mismo espíritu con el que asaltaron los asentamientos y
cooperativas creados durante la Reforma Agraria; y fue este el mismo
ánimo y la misma saña con que se dejaron caer sobre La Moneda y el
proyecto político y popular del gobierno de Salvador Allende. No hay
grandes diferencias, y los actores son los mismos: el pueblo mapuche, la
prensa servil y tendenciosa, los efectivos militares y la oligarquía
criolla ávida de riquezas y tierras mal habidas.
“La Araucanía entera se halla sometida, más que al poder material, al
poder moral y civilizador de la República”, diría el Presidente Domingo
Santa María en 1883, concluida la mal llamada Pacificación de la
Araucanía, la Invasión Militar al Wallmapu; “Se ha liberado a Chile del
yugo marxista, y restaurado el orden y la institucionalidad”, diría el
dictador Augusto Pinochet 90 años más tarde.