Es un libro que acaba de publicar Editorial Zig-Zag, que nos muestra el proceso del fin de la vida y el inicio de otra, del camino natural de dejar que la vida siga su curso, de soltar los apegos y los recuerdos de la memoria.
Por un lado, la mirada de una niña nos conecta con la percepción que los más pequeños tienen de los adultos mayores, con aquella empatía y complicidad especial que sienten en el vínculo que mantienen con estos, y nos deja ver cómo la sensibilidad, sin la razón de por medio, abre una puerta de acceso a su mundo particular.
Por otra parte, la mirada de la bisabuela, real, sincera y directa, nos muestra su experiencia del envejecer, las pérdidas sucesivas que debe enfrentar al final de la vida, y la esperanza siempre presente de continuar viviendo en paz, en la esencia del alma infantil.
Ambas miradas reflejan un paralelo natural entre la emocionalidad y vivencias de los niños y la de los adultos mayores. Insinúa cómo el fin de la vida nos hace volver a ser niños y nos permite compartir un mundo y amor similar.