Pienso en una teoría de la actuación. Una que eventualmente no tenga que ver con patrones a seguir. Que se alejara de la subsunción del actor a encarnar emocionalidades –el préstamo encubierto de experiencias para el otro de la escena–, a interpretar un rol, a estudiar el personaje, a ensayar formas, gestos, tonos de voz.