"Sé que no es nada muy fascinante, pero es nuestra vida", inicia una conmovedora carta de una madre a sus hijos, revelando los hallazgos de su cotidianidad. En "ESA GENTE QUE NO CONOCEMOS", Lydia Davis presenta una colección de relatos breves donde lo aparentemente trivial se transforma en un espacio para la reflexión profunda. La autora, reconocida por su estilo incisivo y su habilidad para captar la esencia de la experiencia humana, nos invita a mirar más allá de lo superficial.A lo largo de los relatos, Davis explora temas como la alimentación y las decisiones cotidianas que nos conectan con nuestro entorno. La madre de la carta, al descubrir el origen lejano de sus alimentos, decide redefinir su relación con la comida y el espacio que habita, eligiendo una nueva perspectiva al sentarse en la mesa de la cocina. Esta simple acción se convierte en una metáfora de un cambio más profundo, donde los pequeños detalles de la vida se vuelven significativos.Los relatos de Davis abarcan un espectro emocional amplio, desde conversaciones matrimoniales que no llegan a buen término hasta momentos de complicidad entre vecinos que comparten un ascensor. La autora no teme abordar aspectos de la vida que usualmente pasan desapercibidos, utilizando un lenguaje despojado pero profundo que resuena en el lector. Las cartas a instituciones, las listas sorprendentes y los sueños hilarantes que pueblan el libro revelan una joya de observaciones sobre la condición humana y sus interacciones diarias."ESA GENTE QUE NO CONOCEMOS" confirma la maestría de Lydia Davis como una voz esencial en la literatura contemporánea, destacándose por su capacidad de transformar lo cotidiano en una exploración literaria rica y evocativa. La obra invita a los lectores a sumergirse en un mundo donde lo simple se convierte en lo extraordinario, demostrando que en la vida diaria hay belleza, humor y profundidad que nos conectan con las experiencias de aquellos que nos rodean. Este libro es una celebración de lo cotidiano y una invitación a redescubrir la riqueza de nuestras propias historias, esas que, aunque pueden parecer insignificantes, son la esencia de nuestra existencia.