El Logos alejandrino recoge el curso de doctorado impartido por Agustín Andreu en la Facultad de Teología de Valencia, entre febrero y junio de 1975. El autor, que había asistido a la crisis general, provocada por la quiebra de la racionalidad vigente desde el Renacimiento hasta la Segunda Guerra Mundial, esboza la necesidad de redefinir la razón, buscando un nuevo Logos, inextricablemente unido al Espíritu. Si la quiebra de la racionalidad afecta la totalidad de la vida, tornándola irrespirable, el nuevo modelo habría de ser capaz de abrir un espacio para aquélla (pues razón y vida son indisolubles). Andreu encuentra esta nueva racionalidad en la teología del Logos, presente en la cultura occidental desde Heráclito: este Logos universal hace ver la unidad real de lo aparentemente diverso y aun opuesto. Sólo desde la unidad espiritual se alcanza a ver que hablamos y somos el mismo Logos, pues «el ser del hombre, el ser propio del hombre, es ;logikós;, como decía Macario el Grande». Andreu realiza cuatro calas en la historia de la teología del Logos: Heráclito, el libro de la Sabiduría, el «Prólogo» del evangelio de Juan y la gnosis cristiana.