Publicados entre 1832 y 1837, estos cuentos constituyen un proyecto insólito de escritura lúdica cuya exuberancia en el uso de un lenguaje inventado significó un escándalo para el mundo literario de la época. Complementados por los grabados de Gustave Doré, los cuentos pretenden provocar la alegría y risa del lector mediante un espíritu burlón y una inmoralidad pretendida. Gracias a las referencias cruzadas entre los tratados individuales, el resultado es una colección de cuentos circulares que componen un todo entrelazado y bien construido.