Los relatos crueles y de factura impecable de este libro conforman uno de los clásicos argentinos en el género cuento. Hay en ellos el patetismo de dos hombres alrededor de una estufa; hay despertar erótico; hay valentía hermosa de un grupo de la resistencia peronista en el 56; hay escritura como resistencia. Hay violencias y hay crueldades que pueden fecharse aunque los cuentos no perdieron ni un segundo de vigencia. Pero además hay uno; ¿Patrón¿; que puede ubicarse pero no fecharse ni adjudicarse a una sola geografía porque; aunque es la pampa; la estancia; la entraña de la Nación; es mucho más también: es la atrocidad del amo; la prepotencia inhumana del macho que humilla. Y una mujer; una chinita; que es la elegida para engendrar al heredero. Este cuento; me animo a decir; es un clásico universal; bien de estas llanuras y completamente del mundo al mismo tiempo; un cuento que se inscribe en ese linaje de relatos que participa de lo mítico; de lo enorme. De lo más visceral del machismo; de la aridez del poder y de la espada cruel que ha tallado la mayor parte de la Historia que conocemos. Abelardo Castillo fue un escritor feroz; que vio y no miró para otro lado; un grande de la época en que la literatura argentina tenía un canon de varones: fue un patriarca que vio el patriarcado y lo retrató como muy pocos o ninguno de su género. GABRIELA CABEZÓN CÁMARA