La ambición de la monarquía católica (1580-1640) era dominar “las cuatro partes del mundo”; para imponer su presencia, los españoles y los portugueses aprendieron a dominar territorios desconocidos: en México y en Japón, en Brasil y en las costas africanas, en Goa y en las Filipinas, hubo pueblos enteros que se enfrentaron con formas de pensamiento y de poder que les eran totalmente ajenas. Crisol de pueblos o resistencia de tradiciones locales ante la dominación ibérica, el hecho es que la tierra se mundializa.