La crítica y los entendidos, han señalado que Benjamín Galemiri es «El Dramaturgo de la Transición» con sus muy innovadoras y agudas metáforas políticas y sexuales. Ha sido también catalogado como «La voz de los noventa», entre otras varias denominaciones. Lo cierto, es que nadie ha quedo indiferente a la dramaturgia de Galemiri.
Sus textos combinan monólogos, ironía, parodia y referencias intertextuales de diversas fuentes, como el cine, la tragedia griega y el psicoanálisis, creando una mezcla rica y fragmentada que desafía al espectador a reestructurar su narrativa.
Los temas recurrentes en la obra del autor son: el abuso del poder, los poderosos y los ricos imponen sus reglas sobre los que tienen menos; la sexualidad abordada de manera irreverente, y que en buena parte está ligada al poder, el narcisismo, la vanidad, la competencia, hasta desembocar en el vacío y la soledad. Y las escenas de sus obras se desarrollan en espacios inusuales como ascensores o naves espaciales, reflejando la influencia cinematográfica y dotándolas de dinamismo y simbolismo.
Un rasgo definidor del estilo de Galemiri es el humor: sagaz, irónico, transgresor, que se emparenta con el absurdo, y que releva la incoherencia del mundo actual. Se trataría de un humor “incisivo, a veces difícil de captar, porque es lejano al chiste, a la burla directa”, como señala el crítico Agustín Letelier.
