«La tierra de Italia guarda las voces de sus antiguos poetas en sus purísimas entrañas. Italia dio forma, sonido, gracia y arrebato a la poesía de Europa; la sacó de su primera forma informe, de su tosquedad vestida con sayal y armadura. La luz de Italia transformó las harapientas vestiduras de los juglares y la ferretería de las canciones de gesta en un río caudaloso de cincelados diamantes.
«Para nuestros ojos de poetas recién llegados a la cultura, venidos de países donde las antologías comienzan con los poetas del año 1880, era un asombro ver en las antologías italianas la fecha de 1230 y tantos, o 1313, o 1450, y entre estas fechas los tercetos deslumbrantes, el apasionado atavío, la profundidad y la pedrería de los Alighieri, Cavalcanti, Petrarca, Poliziano.
«Estos nombres y estos hombres prestaron luz florentina a nuestro dulce y poderoso Garcilaso de la Vega, al benigno Boscán; iluminaron a Góngora y tiñeron con su dardo de sombra la melancolía de Quevedo; moldearon los sonetos de William Shakespeare de Inglaterra y encendieron las esencias de Francia haciendo florecer las rosas de Ronsard y Du Bellay».
Vv.aa
Eneida