Simio vive, desde su nacimiento, encerrado en el zoológico de la ciudad. No sabe de qué se le acusa, por qué es prisionero y no entiende todos los sufrimientos que debe padecer. Ni siquiera sabe exactamente quién es. Es por eso que un día decide escapar de la estrecha jaula del zoológico para conocer la ciudad y vivir como los humanos, entre los que se considera uno más. Primero será un mendigo hambriento, luego se transformará en el jardinero de una mansión y, más adelante, en mayordomo. Logrará la confianza de sus patrones, la aceptación de los demás a cambio de sumisión y trabajo, pero, además, descubrirá sus dos pasiones: la fotografía y la lectura. Hasta que, finalmente, se pregunte después de haber vivido toda su existencia como humano si valió la pena.