Tokio, marzo de 1945. Enjambres furiosos de bombarderos vacían sus vientres plateados reduciendo la ciudad a un páramo de cenizas, mientras las vidas de sus habitantes prosiguen, contumaces y desgarradas, en su caótico devenir.Hombres vacíos de esperanza que viven por inercia abrazados a la tragedia; mujeres cuyos cuerpos palpitan de deseo bajo el estruendo de las explosiones y el calor abrasador de las bombas incendiarias; viejos decrépitos ávidos de miseria que se recrean en la devastación y en los cadáveres calcinados. Y a miles de kilómetros, jóvenes soldados en la flor de la vida estallan como perlas al arrojarse en los brazos de la muerte. Un alegato contundente y desgarrador contra el sinsentido de la guerra.