Un expolicía en silla de ruedas tras ser baleado en la espina dorsal, construye a través de tres momentos la vida de su agresor, el Gordo Granola, gánster al que persiguió por años y cuyo oficio está fundado en una especie de designio familiar y en el sino de, como en todo wéstern, dos familias que enfrentadas se abren paso en un territorio virgen a dominar. Simbolizada en un revólver Colt que pasa de padre a hijo y de este a nieto, la belleza de esta novela circular radica en la intimidad, en las relaciones de intimidad de sus personajes; intimidad entre padres e hijos, entre agresores y agredidos, entre gánsteres y jefes mafiosos, y es este quizás el mayor logro de José Miguel Martínez: mostrar la profunda humanidad de estos seres arrojados al mundo para ejecutar el mal.