Jeanie y Julius tienen 51 años y viven con su madre en mitad de la
campiña inglesa. No tienen internet, televisión ni cuentas bancarias. No
tienen pareja. Tampoco tienen padre: murió cuando eran niños. Cultivan
verduras en su huerto y tocan música juntos por las noches. Pero cuando
Dot muere de forma repentina, todas las cosas de las que siempre han
prescindido se vuelven más imprescindibles cada día. Los mellizos se
enfrentan a un mundo desconocido e inabarcable, y cuando los secretos de
su madre comienzan a salir a la luz, todo lo que creían saber sobre sus
vidas se desmorona. Con sensibilidad e inteligencia, la autora compone
un relato desgarrador sobre la pobreza rural en el siglo XXI y obliga al
lector a mirar en esos rincones de la sociedad donde nadie entra nunca a
limpiar el polvo.