La sensibilidad no es un fenómeno nuevo; ocupa en la historia de nuestra
sociedad un papel importante como motor del progreso civilizador. La
urbanización y la tecnificación hacen al ser humano más sensible, porque
al ampliarse el acceso a los derechos se agudiza también la percepción
de las injusticias y de las vulneraciones que estas causan. Sin embargo,
las posiciones al respecto se vuelven cada vez más rígidas: liberales e
igualitarios, gente de derechas y de izquierdas, viejos y jóvenes, se
enfrentan y propician una erosión creciente de la cultura democrática
del discurso.Cuestiones como Me Too o Black Lives Matter, el lenguaje
inclusivo, la libertad de expresión, el reconocimiento de colectivos
marginados o la afectación de quienes temen perder sus privilegios,
entre otros, ponen en evidencia uno de los grandes interrogantes que
atenazan la discusión pública actual: ¿cuál es el límite de lo
tolerable?En este irreverente ensayo, Svenja Flassp¶hler invita a pensar
en profundidad la paulatina sensibilización para advertir así las
tendencias progresivas y regresivas que suscita, y se plantea si es el
individuo quien debe hacerse más resistente o, por el contrario, si es
el mundo que lo rodea el que tiene que cambiar.