El rey Lear es sin lugar a dudas una de las tragedias más famosas de William Shakespeare (1564-1616). En ella presenciamos la caída del rey de Britania tras dividir el reino entre sus dos hijas mayores y desheredar a la pequeña a causa de su honestidad. Esta decisión, un error humano impulsado por una pasión también humana, pone en marcha una serie de mecanismos que no solo lleva la desgracia a su estirpe, sino que llega a trastocar el orden mismo de las cosas. A través de sus páginas, el lector se encontrará inmerso en la problemática de las diversas cuestiones que conforman de la condición humana, en especial en las difíciles relaciones que se establecen entre los miembros de una misma familia.
La obra describe los actos de los personajes que harán que sus consecuencias los arrastren hacia un terrible final. El remolino de la tragedia creciente se plasma en las palabras del personaje el Conde de Gloucester:Los recientes eclipses de sol y de luna no nos auguran nada bueno. Aunque la razón natural lo explique de uno u otro modo, el afecto sufre las consecuencias: el cariño se enfría, la amistad se quebranta, los hermanos se desunen; en las ciudades, revueltas; en las naciones, discordia; en los palacios, traición; y el vínculo entre el hijo y el padre se rompe. (…) Atrás quedan ya nuestros años mejores.