Amélie Nothomb narra la historia de su padre antes de que
naciera ella. Una vida llena de peripecias que la autora convierte en
gran literatura.
En la primera página de este libro encontramos a un hombre frente a un
pelotón de fusilamiento. Estamos en el Congo, en 1964. Ese hombre,
secuestrado por los rebeldes junto con otros mil quinientos
occidentales, es el joven cónsul belga en Stanleyville. Se llama Patrick
Nothomb y es el futuro padre de la escritora.
Partiendo de esta situación extrema, Amélie Nothomb reconstruye
la vida de su padre antes de ese momento. Y lo hace dándole voz. De modo
que es el propio Patrick quien narra en primera persona sus peripecias.
Y así sabremos de su padre militar, muerto en unas maniobras por la
explosión de una mina cuando él era muy pequeño; de su madre desapegada,
que lo mandó a vivir con los abuelos; del abuelo poeta y tirano, que
vivía ajeno al mundo; de la familia aristocrática, decadente y
arruinada, que tenía un castillo; del hambre y las penurias durante la
Segunda Guerra Mundial.
Sabremos también de sus lecturas de Rimbaud; de las cartas de
amor que escribía para un amigo y que en nombre de la amada respondía
la hermana de esta; de los dos verdaderos escritores de las cartas, que
acabaron enamorándose y casándose; de su aprensión a la sangre, que
podía provocar que se desmayase si veía una gota; de su carrera
diplomática… Hasta llegar de nuevo a esos momentos terribles del inicio,
en que apartaba la vista para no ver sangre derramada de otros rehenes
pero tuvo que mirar a la muerte a los ojos.
En Primera sangre, su novela número treinta, galardonada con el Premio Renaudot en 2021,Amélie Nothomb
rinde tributo a su padre, que acababa de fallecer cuando la autora
emprendió la escritura de esta obra. Y así reconstruye el origen, la
historia de su familia antes de que ella naciera. El resultado es un
libro vivaz, intenso, trepidante; dramático a ratos, y muy divertido en
otros momentos. Como la vida misma.