A las críticas orientadas hacia los fundamentos teóricos del análisis estructural, Lévi-Strauss responde en esta obra del modo más contundente: demostrando la fecundidad de su método y revelando cómo ilumina dimensiones inesperadas del espíritu humano en una de sus creaciones más típicas: el mito.No de otra manera proceden las ciencias de más rancio abolengo, y estaría en un grave error quien creyera que las grandes teorías científicas se basan por fuerza en conceptos inequívocos y definiciones inmutables. Ciertamente: el afán de rigor debe presidir en todo momento la marcha de la investigación, es lo único que la justifica, pero pedir que los postulados provisionales del estructuralismo alcancen la precisión y la coherencia lógica tradicional (y con este calificativo aludimos también a buena parte de la lógica moderna), antes de emplearlos en la interpretación de su material humano, es pedir un absurdo.Mencionar la lógica en este contexto no es arbitrario. En efecto, la intención del libro es probar la existencia de una lógica de las cualidades sensibles, dotada de leyes y mecanismos tan válidos como los que rigen el funcionamiento de eso que hemos dado en llamar razón, concepto que, si ha de ser de algún provecho, deberá en adelante aceptar este inesperado suplemento.Después de una introducción en la que sería vano buscar afirmaciones dogmáticas, no susceptibles de enmiendas o ampliaciones, el autor emprende el análisis escrupuloso de un mito de los indios bororo del Brasil central, mito elegido intuitivamente, por parecer especialmente rico en resonancias. Tal análisis exige la confrontación con otros mitos, de la misma tribu y de pueblos vecinos, y así va creciendo, en constante rectificación y en continuo contacto con lo concreto, una vasta trama de relaciones: asociaciones, oposiciones, encadenamientos. Ningún desorden, ninguna arbitrariedad. De haberlos, sería señal de que el análisis no ha calado tan hondo como debiera.No posee