Cuando un cerdito toca a la puerta del zorro por equivocación, este no puede dar crédito a su buena suerte.
¡No todos los días aparece la comida a la propia puerta!
Pero, ¿no tendrá razón el cerdito e que debería bañarlo antes de comérselo?, ¿y no será mejor engordarlo un poco también, y darle un masaje para que esté tiernito? Preparar su comida resultará así, un gran trabajo, pero el zorro que vale la pena. Después de todo, es su día de suerte, a menos que esta vez su comida resulte mucho más inteligente de lo que parece...
Norma
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Keiko Kaza