Jonathan Fast sostiene que detrás del bullying -o intimidación escolar- hay un sentimiento de vergüenza que no fue adecuadamente solucionado. La fórmula es sencilla: la vergüenza deriva en violencia, la cual puede dirigirse hacia uno mismo o hacia los demás. En ese sentido, muchas de las actitudes de violencia de los adultos, como la homofobia, el racismo o la violencia doméstica, parecen tener el mismo trasfondo. Dentro de este planteamiento, la propuesta es que, en la medida en que se comprenda la complejidad de una emoción como la vergüenza, estos problemas podrían llegar a erradicarse.