Esta obra explora la relación entre territorio y memoria. A través de
este análisis, los autores invitan a replantear la geografía e historia de
Chile, alejándose de la visión monolítica que asume que hay un
territorio nacional “natural” como una memoria que hay que “des
cubrir”. Acá, por el contrario, se plantea que ni geografía ni historia de
Chile pre-existen a sus relaciones de poder y que, en consecuencia, son
el resultado de estrategias que se movilizaron para producir e instalar
unas imágenes “verdaderas”, imágenes que al final del día son también
modo de dominio.
Las imágenes no son inocentes, y ese es el dilema de acuerdo a los
autores, en tanto ni la producción de una memoria ni la fabricación de
un paisaje son ajenas a redes o enunciados que las hicieron posibles.
Sin embargo, aquel paisaje y aquella memoria posee sus propias ruinas,
las que precisamente no están en el cuadro principal, aquel que nos
remite a un «Chile largo y angosto» y olvida el «país de las cuencas».
Un ejemplo de aquello es la llamada “pacificación” de la Araucanía,
proceso que, bajo la justificación del progreso y la modernidad, con el
ferrocarril como punta de lanza, desplazó a poblaciones indígenas,
ocultando mundos y diferencias que no cabían - y no caben - en la
imagen oficial.
Las imágenes son, ante todo, políticas, y este libro es una invitación a
pensar en ellas, en sus capturas y en sus posibles y necesarios
desplazamientos.