La gentrificación se ve facilitada por fuerzas mucho más poderosas que la del propietario promedio de clase media: están los gobiernos de las ciudades; los desarrolladores; los inversores; los especuladores y las plataformas digitales que desde lejos crean nuevas maneras de lucrar con el espacio urbano. La gentrificación de la vieja escuela de los años sesenta casi que parece pintoresca en comparación con los monstruosos procesos que ejercen presión sobre nuestros barrios. La manera en que la gentrificación afecta a las personas no solo varía de lugar en lugar; sino también de grupo en grupo. Probablemente no haga falta decir que algunas personas obtienen grandes beneficios de la gentrificación; aunque en este libro no nos preocuparemos demasiado por sus sentimientos. Cuando nos referimos a aquellos que sufren desplazamiento; pérdida; exclusión y violencia; debemos prestar atención a ciertas diferencias que pueden pasarse por alto con términos como ¿clase trabajadora¿ o ¿minorías¿. Las consecuencias específicas de la gentrificación dependen de la manera en que las personas se ubican en relación con sistemas de poder como el género; la raza; la sexualidad; la edad y la capacidad. Por ejemplo; la posición de las mujeres en cuanto cuidadoras; así como la mayor probabilidad que tienen de ser madres solteras; de tener una esperanza de vida más alta y de sufrir las consecuencias de la brecha salarial en función del género; se refleja en los modos en que viven las consecuencias de la gentrificación.