De verdadero regalo para los lectores puede considerarse este nuevo libro de Luis García Montero, en el que sus poemas abordan valientemente -como cabría esperar de uno deDe verdadero regalo para los lectores puede considerarse este nuevo libro de Luis García Montero, en el que sus poemas abordan valientemente -como cabría esperar de uno de nuestros mejores poetas contemporáneos- el sentimiento amoroso, un tema al que la poesía última parecía haber renunciado pero que enCompletamente viernesinspira, como podrá comprobar el lector, poemas memorables.Si la veta amorosa ya estaba en algunos libros anteriores del propio GarcíaMontero, en éste se manifiesta con un protagonismo radical y vertebrador. No hay momento, actividad, día que no esté entreverado de la presencia del otro. Hasta los malos pensamientos, las rutinas, el trabajo, el caos urbano, dibujan los peculiares trabajos y días del enamorado. Por encima de las sombras que se cruzan, los tropiezos, las torpezas, el poeta deja clara su voluntad de afirmar la plenitud de su amor, la totalidad de su experiencia: a ese sentimiento pertenece no sólo «la realidad con su mirada inhóspita, / el deseo que nace de los sueños», sino el pasado y el futuro. Si el amor es el sentimiento que rescata de la literatura, aquí comprobamos admirados que también es el que todavía la hace posible.Luis García Montero nació en Granada en 1958. Profesor de literatura española en la universidad de esta misma ciudad, ha publicado varios libros de poemas: Y ahora ya eres dueño del puente de Brooklyn (1980), Tristia (1982, 1989), El jardín extranjero (1983- 1989), Diario cómplice (1987), Las flores del frío (1991) y Habitaciones separadas (1994). Ha recibido los premios Federico García Lorca (1979), Adonais (1982), Loewe y Nacional de Poesía (1993), estos dos últimos por Habitaciones separadas. En Casi cien poemas (1997) la editorial Hiperión recogió una antología de su obra.Como ensayista ha publicado varios libros y colecciones de artículos, entre los que destacamos, La otra sentimentalidad (con J. Egea y A. Salvador, 1982), Poesía, cuartel de invierno (1988) El realismo singular (1993), Confesiones poéticas (1993), La palabra de Ícaro (1996), Aguas territoriales (1996) y ediciones críticas de autores como Federico García Lorca, Rafael Alberti y Carlos Barral. Una selección de sus columnas periodísticas se publicó bajo el título de La puerta de la calle (1997).Es también autor de un libro de evocaciones narrativas sobre su infancia, Luna en el Sur (1992), y, junto a Felipe Benítez Reyes, de la novela Impares, fila 13 (1996).