Luc Boltanski es para la sociología lo que Sherlock Holmes para la novela policiaca. Como todo un detective crítico y suspicaz, coloca la lupa sobre las contradicciones inherentes a la labor de organización y unificación de una realidad estable, para una población y sobre un determinado territorio, a cargo de los Estados-nación liberales y democráticos de finales del siglo XIX y principios del XX, y observa la construcción de la realidad a cargo de las ciencias sociales y las literaturas inglesa y francesa. Con el surgimiento y auge de las novelas policiacas y sus personajes emblemáticos —como Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle, o Jules Maigret, de Georges Simenon—, se introduce por medio del enigma una duda sobre la estabilidad y la coherencia de la realidad para disiparla después con la intervención del Estado. Mientras tanto, mediante los relatos de espionaje, como Los 39 escalones, de John Buchan, o El proceso, de Franz Kafka, y con el uso de la figura del complot —que será retomada por la ciencia política y las teorías de conspiración— se confronta una realidad aparente pero ilusoria con una realidad real pero oculta. La obsesión paranoica, casi patológica, por la develación de lo oculto será característica del investigador social y la búsqueda de causalidades en el laberinto de la sociología moderna. Esta creativa e intrigante obra —que obtuvo en 2012 el Premio Petrarca de ensayo, en su primera edición, otorgado por France Culture y Le Monde— pone bajo sospecha las representaciones del poder cuando, ante las fuerzas del capitalismo, parecen cosificarse, y lanza un acertijo epistemológico a las ciencias sociales: ¿dónde se encuentra, de hecho, el poder y quién lo detenta en realidad?