Hadot nos muestra que Socrates, partero de espiritus, permite responder a la pregunta de que es filosofar, ayuda a su interlocutor a replegarse en si mismo, a cuestionarse, es decir, a descubrir la conciencia. Socrates no engendra nada, porque no sabe nada, pero propicia que otro pueda engendrarse a si mismo. Invierte la relacion entre maestro y discipulo mediante un procedimiento existencial que tanto Kierkegaard como Nietzsche han tratado de repetir. Para Kierkegaard, nos cuenta Hadot, el merito de Socrates consiste en haber sido un pensador sumido en la existencia, y no un filosofo especulativo que olvida lo que es existir. Es decir, Socrates nos desvela la filosofia como forma de vida.