«Soy ateo. Soy anticlerical. Soy un
laicista militante, un racionalista contumaz, un impío riguroso. Pero
aquí me tienen, volando en dirección a Mongolia con el anciano vicario
de Cristo en la Tierra, dispuesto a interrogarle sobre la resurrección
de la carne y la vida eterna. Para eso me he embarcado en este avión:
para preguntarle al papa Francisco si mi madre verá a mi padre más allá
de la muerte, y para llevarle a mi madre su respuesta. He aquí un loco
sin Dios persiguiendo al loco de Dios hasta el fin del mundo». Este es
el arranque fulgurante de este libro único, que nadie había tenido la
oportunidad de escribir, entre otras razones porque el Vaticano jamás le
había abierto de par en par sus puertas a un escritor. Pero, además de
único, este es un libro de plenitud, donde su autor logra convertir una
propuesta insólita en un relato propio y magistral: un thriller sobre el
mayor misterio de la historia de la Humanidad. Con esta novela sin
ficción, Javier Cercas vuelve a su línea más personal, en la que logra
enlazar sus obsesiones íntimas con una de las preocupaciones
fundamentales de la sociedad actual: el papel en la vida humana de lo
espiritual y lo transcendente, el lugar en ella de la religión y el
ansia de inmortalidad.