Este trabajo explora la función que cumplían las numerosas referencias, alusiones y citas a los autores y la historia de la antigüedad clásicas en la construcción del discurso que legitimó y debatió el proyecto de emancipación y la instauración del régimen republicano en las tres primeras décadas del siglo XIX. Este lenguaje fue elaborado por los hombres de letras, publicistas y redactores de constituciones del período que va desde la revolución de independencia hasta finales de la década de 1820.
El libro propone que las referencias, alusiones y citas a los autores y la historia de la antigüedad clásica formaban parte de un imaginario y vocabulario específico, el del republicanismo clásico, que les daba sentido y permite comprender su función en los discursos y debates relacionados con el proceso revolucionario y el proyecto republicano. El lenguaje del humanismo cívico que fue utilizado para legitimar la revolución de independencia y el gobierno republicano no fue de carácter monolítico ni definitivo, sino que tuvo matices y ambigüedades vinculados a la inestabilidad que se le atribuía a los gobiernos de la antigüedad y las aprehensiones que planteaba el escenario político revolucionario.
Los historiadores antiguos y modernos de las repúblicas clásicas proporcionaron un imaginario asociado a la libertad y a la virtud, pero revelaron al mismo tiempo los riesgos que implicaba la instauración de este régimen: la anarquía, el despotismo y la disolución de la república. Este carácter bifronte se descubre en las alusiones que los hombres de letras hicieron a los autores y la historia antiguos, referencias que les permitieron configurar y entender su propia historia revolucionaria y proyectar formas de gobierno que pudieran enfrentarlas. En la década de 1820 dicho imaginario político comenzó a ser desplazado por el liberalismo en su versión constitucional y representativa. El paradigma de este modelo fue Estados Unidos que vino remplazar las propuestas de gobierno mixto del republicanismo clásico. La virtud como ideal humano y garantía de gobernabilidad fue apartada por la ley y el orden, aun cuando se mantuvo como una genuina aspiración para los ciudadanos.