Bobby está agotado, ha hecho un doble turno otra vez en el restaurante para conseguir el dinero del alquiler, que su madre otra vez se gastó bebiendo. Esa noche se reencuentra con Aaron, su mejor amigo que acaba de salir irreconocible de prisión. Atrás quedaron sus cómics, su gorra y sus pantalones deportivos, se ha convertido en alguien que da miedo y lleva en su cuerpo tatuajes de supremacía blanca. En este momento, menos que nunca Bobby puede confiarle el secreto de su propio origen racial. Nunca debieron ir a esa pizzería, Bobby no quería. Un joven afroamericano busca pelea, y Aaron le responde con una violencia atroz. Los dos huyen, pero es Bobby quien teme por su vida y por su libertad. A partir de entonces, la acción no cesará un instante, y cada paso que los dos amigos dan parece ser aún más peligroso. Mientras tanto, la historia de la madre y el padre de Bobby no está cerrada, y el pasado vuelve para remover los cimientos de la vida de todos.