Lo que actualmente conocemos como rutas, en
este caso El Qhapaq Ñam en Atacama y Coquimbo y las rastrillas y rutas
en el Wallmapu, no solo nos habla de conectividad; es la huella de
paisajes que se mantienen en la memoria de hombres y mujeres que
transitaron por estas; sin saberes, palabras que viajaron, donde se
instalaron visiones de mundo e historias, que son las raíces de lo que
somos. Desde pequeños senderos a grandes rutas, se entretejen historias y
conflictos del hombre originario (reche) con el hispano, que reformuló
su autodescripción reforzándola con el concepto de mapu (espacio o
territorio), dando vida a la palabra mapuche. En el norte del país, sus
pobladores también fueron construyendo sus identidades a partir de rutas
que los articularon. Este libro nos presenta rutas trasandinas que
borran las imágenes de una Cordillera de los Andes como línea divisoria
entre los Estados nacionales, y nos muestra la articulación de
territorios desde tiempos inmemoriales.