Las palabras finales de Aurelia atormentan el recuerdo de Zan.Obsesionado por el deber inefable de hallar el cuerpo de su adoradaprincesa para revivirla, el pr¡ncipe ca¡do no descansar hastadevolver a su amor el don que ella dio por ?l en el pasado: la vida.Pero no todo es lo que parece, pues la tierra en la rivera delEbonwilde es m s traicionera y peligrosa de lo que cualquiera fuecapaz de sugerir.