No estoy sola en esta tribuna Me rodean voces, centenares de voces, siempre estan conmigo. Desde pequeña. Vivia en un pueblo. A los niños nos gustaba jugar en la calle, pero por las tardes nos atraian, como imanes, los bancos junto a las casas, o jatas, como se dice en nuestra tierra, en las que se reunian las mujeres agotadas. Ninguna de ellas tenia marido, padre o hermanos; no recuerdo que hubiera hombres en el pueblo despues de la guerra: durante la Segunda Guerra Mundial, en Bielorrusia, en el frente y en las operaciones de los partisanos, perecio uno de cada cuatro bielorrusos. Nuestro mundo infantil de despues de la guerra era un mundo de mujeres.El discurso del Nobel de Aleksievich, en edicion ilustrada, es la mejor manera de descubrir a una de las voces mas destacadas de nuestro tiempo.