Ángeles y solitarios trata de la corrupción del poder y el tráfico de armas, y plantea una aguda crítica a los poderes que desde las sombras erosionan a la sociedad chilena. En el desarrollo de su investigación, Heredia sortea una serie de dificultades para llegar a la verdad, y conoce a Griseta, una muchacha que se convierte en otro misterio a resolver por el detective. Díaz Eterovic retrata con acierto la soledad de los espacios marginales de Santiago y de los seres anónimos que deambulan por la ciudad. La agilidad del relato, el buen manejo de los diálogos, el humor y la ironía, y sobre todo la personalidad del detective Heredia, hacen que esta novela atrape al lector desde sus primeras páginas.