Cuando se publicó en 1967, «Viento herido» supuso un auténtico terremoto en el panorama de la literatura gallega, a la que hizo entrar en la modernidad. Doce relatos brevísimos pero fascinantes, gobernados por la violencia, la brutalidad y la soledad del ser humano. Un grupo de niños que torturan a otro en una especie de juego de guerra. Un anciano que observa como los días pasan mientras espera la muerte. Tabernas y tugurios de mala muerte donde se vengan fantasmas del pasado. La nostalgia de un amor perdido, la huella del tiempo posada en objetos familiares, la tristeza de un domingo por la tarde. Influido por Kafka y por Faulkner, por Vasco Pratolini y por Cesare Pavese, por Marguerite Duras y por el realismo mágico de Juan Rulfo, estamos ante un hito de la literatura peninsular del XX.
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