«Con los años fueron dejándome los otros hermosos colores y ahora solo me quedan la vaga luz, la inextricable sombra y el oro del principio».
Están
aquí las preocupaciones filosóficas que le fueron reveladas de niño
frente a un tablero de ajedrez, y sus autores preferidos, los que ha
leído y que repite. Están también el tigre, como símbolo del valor y de
lo divino, el sueño, las espadas, el espejo, la patria, los mayores y la
muerte. Y aparece además un tema más intimista, la ceguera, que si bien
tiene algo de clausura, es al mismo tiempo una liberación, una soledad
propicia a las invenciones, una llave y un álgebra.